Las vías de comunicación en la selva peruana se encuentran en un estado de abandono alarmante. Cada día, los conductores y pasajeros enfrentan innumerables dificultades para transportarse. La lucha constante contra huaicos, lodo, derrumbes y pantanos de barro se ha convertido en una rutina desgastante para quienes necesitan movilizarse, ya sea para llegar a las ciudades o para sacar sus productos al mercado.
El deterioro de las carreteras no solo afecta a los transportistas, sino también a los comerciantes y pobladores que dependen del buen estado de estas vías para su sustento diario. Son comunes las escenas de vehículos atrapados en el fango, con conductores y pasajeros obligados a empujar sus unidades para poder avanzar. Un caso reciente evidencia esta problemática: una ambulancia quedó atrapada en el lodo, poniendo en riesgo la vida de quienes requerían asistencia urgente.
Esta situación refleja una realidad triste para los peruanos que habitan en la selva. La falta de mantenimiento y mejoras en las carreteras limita el desarrollo de estas comunidades y dificulta el acceso a servicios esenciales como salud y educación. La pregunta que muchos se hacen es: ¿a quién recurrir cuando se sienten abandonados por las autoridades?
Es urgente que las entidades correspondientes tomen medidas para mejorar la infraestructura vial de la selva. Unas carreteras en buen estado significan progreso, seguridad y bienestar para todos los pueblos que dependen de ellas. Es momento de que el Estado y las autoridades locales atiendan esta necesidad y trabajen en soluciones concretas para garantizar una mejor calidad de vida para los habitantes de nuestra selva peruana.
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