Los excrementos no solo son asquerosos, sino también potencialmente peligrosos.
Las heces representan un peligro zoonótico potencial, es decir, pueden transmitir enfermedades de animales a humanos.
La realidad es que los desechos que se dejan en el suelo, ya sea en un vecindario, una calle o un parque pueden propagar parásitos potencialmente mortales no solo entre perros y gatos, sino también entre animales salvajes y personas de todas las edades. Un estudio realizado en 2020 halló parásitos intestinales en el 85% de los parques para perros sin correa en Estados Unidos.
Aunque las enfermedades humanas causadas por parásitos transmitidos por el suelo se consideran poco comunes, se calcula que infectan a mil millones de personas en todo el mundo. Los carteles que recuerdan que recoja los excrementos de su mascota y multas municipales no solo intentan mantener limpios los espacios públicos, sino que le instan a ayudar a salvaguardar la salud de la comunidad.
Entre los parásitos más comunes de los excrementos caninos se encuentran anquilostomas, ascárides, coccidios y tricocéfalos. Anquilostomas y ascárides pueden proliferar en diversas especies, incluida la humana.
Sus larvas microscópicas pueden entrar en el cuerpo humano a través de pequeños arañazos en la piel tras el contacto con tierra contaminada o por ingestión oral accidental. Recuérdalo la próxima vez que estés al aire libre y te limpies el sudor de la cara con una mano sucia y luego te lamas los labios o bebes algo: así de sencillo.
Después de que el agua de la manguera o de la lluvia haya enjuagado las heces contaminadas en el suelo, estos huevos de parásitos pueden sobrevivir e infectar durante meses o años.
Una vez en el cuerpo humano, tanto las larvas de anquilostoma como las de ascáride pueden madurar y migrar a través del torrente sanguíneo hasta los pulmones. Desde allí, la tos les ayuda a acceder al tubo digestivo, donde filtran nutrientes al adherirse a la pared intestinal.
Las personas con un sistema inmunitario sano pueden no mostrar signos clínicos de infección, pero en cantidades suficientes los parásitos pueden provocar anemia y desnutrición. Pueden incluso causar una obstrucción intestinal que puede requerir intervención quirúrgica, especialmente en niños pequeños.
Además, las fases larvarias de los ascáridos pueden introducirse en el ojo humano y, en raras ocasiones, causar ceguera permanente. Los anquilostomas pueden provocar un fuerte picor denominado larva migrans cutánea, ya que el gusano larvario se desplaza justo debajo de la piel de su huésped.
Más allá de los parásitos, las haces desatendidas también pueden estar contaminadas con virus caninos o felinos, como el parvovirus, el virus del moquillo y el coronavirus canino, que pueden crear enfermedades potencialmente mortales en otros perros y gatos (la cepa canina no infecta a los humanos), especialmente en animales adultos no vacunados y cachorros y gatitos.
Estos virus atacan a las células que se dividen rápidamente, en particular el revestimiento intestinal y la médula ósea, dejándolas incapaces de absorber los nutrientes adecuadamente y de producir glóbulos rojos y blancos de recambio que ayuden a defenderse de estos y otros virus. La vacunación puede proteger a las mascotas.
Así pues, dondequiera que haga sus necesidades, su perro o gato -en el parque, en el bosque, en la acera o incluso en su jardín-, recoja esas heces, pero evite siempre el contacto con su piel. Lo más seguro es utilizar una pala para depositar la caca directamente en una bolsa de plástico, o ponerse una bolsita sobre la mano para coger la caca y luego tirar de la bolsa de plástico sobre ella.
Lávate las manos inmediatamente, sobre todo antes de tocarte la cara, comer o beber. Los desinfectantes de manos pueden eliminar muchos virus de la piel, pero no matan los huevos de los parásitos.
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