Carlos Mendo Castillo, cirujano plástico de 37 años, fue asesinado de dos disparos en la cabeza en la carretera Ramiro Prialé. La verdad detrás del crimen revela una historia de ambición, traición y engaños, donde su propio asistente, José Miguel Espín González, ideó un plan macabro para quedarse con todo su dinero.
Su verdugo no llevaba pasamontañas ni irrumpió con violencia en la clínica de San Isidro donde trabajaba. Era, paradójicamente, el hombre en quien más confiaba: su asistente, José Miguel Espín González, un joven venezolano de 22 años, que lo acompañaba en sus cirugías, en sus rutinas y hasta en su vida personal. Aquel día lo condujo con paciencia hasta una emboscada planeada con meticulosidad. Así lo recordó esta semana el programa ‘Estás en todas’, en su segmento ‘Crimen y castigo’.
La Policía Nacional investiga el asesinato del cirujano plástico Carlos Mendo Castillo (37), ocurrido en la autopista Ramiro Prialé. De acuerdo con las indagaciones, su asistente y amigo cercano, identificado como José Miguel Espín González (22), habría planeado el crimen presuntamente motivado por una disputa de dinero.
Según la información preliminar, Espín habría solicitado apoyo a otras personas para concretar el hecho, intentando encubrirlo como un asalto. Sin embargo, las contradicciones en su testimonio y las pruebas halladas llevaron a su detención como presunto autor intelectual.
El caso continúa en investigación por parte de la Policía y el Ministerio Público, mientras se esperan mayores avances que esclarezcan lo sucedido y determinen responsabilidades legales.
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